Las protestas de los estudiantes franceses

De nuevo revueltas sociales nos hacen estos días mirar a Francia. En este caso se trata de las protestas de los estudiantes universitarios, mientras hace unos meses eran los jóvenes de los barrios marginales.
Los estudiantes protestan contra el llamado contrato de primer empleo (CPE), destinado a los jóvenes de hasta 26 años, independientemente de su nivel de formación, que contempla la posibilidad de que el trabajador pueda ser despedido sin justificación durante los primeros dos años. Los estudiantes, a los que este jueves se van a sumar los sindicatos en sus protestas, consideran que se trata de un contrato basura que abre las puertas de la precariedad laboral en Francia.
El fin de semana el tema ocupó las aperturas de los informativos de televisión por el asalto de la policía a la universidad de la Sorbona, donde se atrincheraban los estudiantes. Las imágenes hicieron recordar las revueltas del 68, incluso a quienes no habíamos nacido aún en aquel año. Pero también nos hicieron pensar en los disturbios de los barrios de la periferia de París y otras capitales francesas.
No seré yo quien intente sacar conclusiones sobre el tema, pero sí que me interesa el asunto, y en cierto sentido, sigo las noticias con una mezcla de preocupación y simpatía por los estudiantes franceses.
En España hemos tenido ejemplos más o menos recientes de movilizaciones ciudadanas donde los jóvenes han participado activamente, pero últimamente, y en Córdoba, el único asunto sobre el que parece polemizarse tiene que ver con el botellón.
¿Somos los periodistas los que reducimos los problemas de la juventud a botellón sí, botellón no? ¿Pasaría hoy aquí lo que en Francia, si se intentase implantar ese contrato de primer empleo? ¿Nos interesa siquiera lo que está pasando en el país vecino?
Bueno, de las revueltas de los barrios marginales hace tiempo que nadie se acuerda, y el problema sigue, en Francia claro.